El dolor en «Animals» de Pink Floyd.

Hace un poco más de 42 años se alzaba al cielo uno de los gritos más grandes que ha dado la música, un grito de bronca que se prolonga por casi 45 minutos. Un 23 de enero de 1977, Pink Floyd lanzaba «Animals».

Una crítica directa, dura y muy amarga hacia la sociedad de consumo de aquel entonces. Pese a esto, la lectura que hace el álbum (y la novela de Orwell en la cual se baso la banda en el momento de componer) termina siendo atemporal, ya que, en «Animals» también se deja ver un análisis de la corrupción que puede surgir tras toda adquisición de poder.
«Animals» mira desde abajo estos sistemas perversos y odia, sufre y llora, pero sobre todo odia. Uno de los aspectos mas importantes y resaltables es que no se trata de un odio recalcitrante y estático, ya que la bronca que impulsa al álbum propone un accionar.

Porque sin importar que tan hundidos en el barro nos encontremos, como dice Roger Waters: «we would zig zag our way through the boredom and pain, occasionally glancing up through the rain».

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